Asistencia e Investigación
de los Trastornos de la Personalidad
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Los Trastornos de la Personalidad (TP) se caracterizan por patrones persistentes e inflexibles de percepción, reacción y relación, que afectan a la forma en cómo el sujeto percibe y procesa el mundo que le rodea y que se apartan de lo que se considera habitual en la sociedad en que vive. Las personas que los sufren tienen una carencia en habilidades de afrontamiento, y dificultades para adaptarse a las exigencias propias de la vida cotidiana, como el trabajo, la familia, los amigos, etc. Estos comportamientos suelen ser estables en diferentes situaciones, manteniéndose su patrón de respuesta.
Otras características son los cambios frecuentes en el estado de ánimo, los comportamientos desadaptados, las dificultades en las relaciones interpersonales, la falta de control de los impulsos y los sentimientos de vacío, y su inicio se remonta a la adolescencia o principio de la edad adulta. Estas disfunciones generan en el enfermo un gran sufrimiento, y muchas veces este sufrimiento también es compartido por las familias con las que conviven, dada la gran desestructuración que genera en ellas (discusiones constantes, crisis, problemas de comunicación, rupturas familiares, frustración, etc.).
Causas:
Las causas de los TP son una combinación de factores biológicos, genéticos, psicológicos y ambientales, siendo la interacción de ellos las que están en su origen y desarrollo.
Evolución:
El curso de estos trastornos es crónico, desarrollándose sus características básicas en la infancia y posteriormente consolidándose en la adolescencia. Los síntomas más agudos tienden a suavizarse conforme pasa el tiempo. Su diagnóstico es de difícil realización. La prevalencia es alta, pudiendo estar en torno al 10-13% en la población general, variando en cada tipo de trastorno y aumentando en poblaciones hospitalarias.
La evaluación de los TP debe hacerse teniendo en cuenta si los síntomas que presenta la persona son estables y el momento de su comienzo. Para ello se utilizan diversos instrumentos de evaluación, así como entrevistas estructuradas de las que se puede extraer un diagnóstico clínico acertado. Es también importante realizar un análisis funcional a la hora de evaluar y tratar un TP, recabando información de cuales son los factores que predisponen, las variables desencadenantes y de mantenimiento, o agravantes, con respecto a los problemas del sujeto.
Tratamiento:
El tratamiento de los TP suele ser una combinación de terapia farmacológica y conductual, siendo los objetivos de estas terapias disminuir los síntomas, la normalización de las respuestas y la mejora del comportamiento social y laboral de la persona. Se centran básicamente en la modificación de conductas problemáticas específicas. Algunas de estas terapias abordan el componente cognitivo, con la modificación de esquemas de la personalidad.
Clasificación:
Las clasificaciones de los TP más utilizadas en psiquiatría son las de la Asociación Psiquiátrica Americana, en la última edición de su Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-TR), y de la Organización Mundial de la Salud, que hace lo propio en la décima clasificación de Enfermedades Mentales (CIE-10). Ambas se reproducen en la siguiente tabla, en la que también se muestra su correspondencia:
| DMS-IV-TR | CIE 10 |
|---|---|
| Trastorno Paranoide | Trastorno Paranoide |
| Trastorno Antisocial | Trastorno Disocial |
| Trastorno de Inestabilidad Emocional Impulsivo | |
| Trastorno Límite | Trastorno de Inestabilidad Emocional Límite |
| Trastorno Histriónico | Trastorno Histriónico |
| Trastorno Narcisista | |
| Trastorno Pasivo-Agresivo | |
| Trastorno Obsesivo-Compulsivo | Trastorno Anancástico |
| Trastorno por Dependencia | Trastorno Dependiente |
| Trastorno Esquizoide | Trastorno Esquizoide |
| Trastorno Esquizotípico | |
| Trastorno por Evitación | Trastorno Ansioso |
